Mi segunda maternidad: entre desafíos y crecimiento
Mi segunda maternidad ha venido a enseñarme las asignaturas pendientes de la primera. Por suerte o por desgracia.
Si con el primer hijo pensaba que se me acababa el aliento, el espacio vital, el TIEMPO, el dormir, la vida de pareja, la vida social… la vida misma…
Pues con el segundo hijo me he dado cuenta de que me quejaba sin razón.
El espacio que te concede el segundo hijo es, a menudo, para contemplar como sería de “fluida” tu vida sin el. Pero en seguida te das cuenta de que nadie te garantiza que todo sería igual de “fluido” sin él.
Porqué quizás tu primer hijo seguiría despertando por las noches, si todavía fuese el pequeño de la casa.
O puede que no tendría tantas prisas de demostrarte que es “el mayor”, vistiéndose y duchándose solo, reclamando en la misma medida en la que sabe esperar, actuando de cuidador amoroso de su hermano…
Pues no, nunca sabrás cómo sería tu vida con un solo hijo.
Con la segunda maternidad se trata, básicamente, de superar el postparto de la mejor manera posible: aceptando que tu mas preciada aliada es la confianza, evitando, en la medida de lo posible, las apneas, y dejándote llevar por la corriente de los días, que afortunadamente no dejan de pasar y que traen, consigo, tanto cansancio como alegría.
Pero…
…¿Qué pasa si tu segunda maternidad trae, además, obstáculos impensados, dificultades desconocidas, aprendizajes forzados, crecimiento inesperado, dudas existenciales?
¿Qué pasa si ese bebé viene a hacer que tu mundo, tus ideales, tus creencias se tambaleen, en vez de simplemente completar la familia, regalándote la posibilidad de vivir otra crianza desde la experiencia, sin miedo?
Pues…
…pasa que te ves obligada a llegar a un acuerdo contigo misma y ceder.
Necesitas transitar el luto de que “no fue como pensabas”.
Necesitas pasar por la tristeza y el enfado, para llegar a la aceptación.
Necesitas liberarte de las culpas y permitirte una flexibilidad y apertura -hacia tu hijo y hacia tu nueva versión de mamá- que pueden llegar a ser muy incómodas.
Pero además, pasa que este proceso no es exclusivamente tuyo, ya que el resto de la familia vive tus alegrías y tus dramas, tus éxitos y tus fracasos, y lo hace desde un lugar algo mas cercano que la “primera fila”:
en el escenario de tu vida de madre te ves, a menudo, sola.
Pero la verdad es que hay mas corazones que se mueven en consonancia con el tuyo…
Y, como siempre pasa en la maternidad, te das cuenta de que TÚ decides si vivir esta realidad como un peso o una bendición, pues ante lo bueno y lo malo TÚ eres el ejemplo y la inspiración.
Tu crecimiento, tu esfuerzo de superación y tu resiliencia son el aprendizaje que todo hijo, silenciosamente, espera recibir. Y eso es lo que te da la fuerza para lograr lo inesperado…
Gracias, Bruno, por enseñarme tanto en tan poco tiempo.
Gracias, Elva, por acompañarme desde tu sabiduría, fresca y auténtica.
Y gracias a todos los que me han sostenido y me sostienen en el camino.
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