Lo mejor de ser madre

 In Lorenza Madre

Te voy a contar lo bueno de ser mamá.

Ayer, en el tren, estaba esperando para ir al lavabo minutos antes de que llegáramos a destinación. Se empezó a formar una cola de gente delante de la puerta de salida que, inevitablemente, me fue alejando del lavabo. En cuanto el chico que lo estaba usando salió, un hombre que estaba en la cola con su maleta se metió rapidamente en el lavabo. Grité: “Eh! Eh! Estaba esperando para ir!”. Y el señor, con todo el morro, me dice: “Yo también!” y cierra la puerta. Sí sí, si no lo pongo en duda… Pero vamos, te aseguro que llegó después de mí, pues estaba en la cola para salir del tren. Debió pensar: “Ya que estoy aquí, aprovecho… que luego el lavabo de la estación es de pago”. Y yo, que no estaba exactamente delante del lavabo, perdí mi oportunidad.

Todo esto te lo cuento porqué la Lorenza pre-mamá, probablemente, no habría protestado. Y la cuestión no es si tenía o no razón de hacerlo, sino que… he perdido la vergüenza. Ser madre me ha hecho perder la vergüenza. Y no solo cuando voy con mi cachorra (recuerdo, como si fuera ayer, el grito que le pegué a un ciclista, adelantándome a toda hostia, mientras iba al Registro Civil con mi bebé de 48 horas en brazos… aguantándola como si fuera de cristal, andando como si el suelo fuera un campo minado…). Cualquier ocasión es buena para reivindicar lo que haga falta.

Ser madre

Ser madre hace que te mires en el espejo y no te reconozcas y, al mismo tiempo, sepas exactamente que eres tú. Transforma tu mirada desde dentro, tiñiéndola de una luz especial, aunque lleves noches sin dormir del tirón. Hace que tus canas, de repente, pasen a ser interesantes, naturales, bonitas. No es solo la falta de ganas y tiempo de teñirlas, es que no te parece necesario, no te apetece esconderlas. No te estás descuidando, te estas descubriendo. Lo mejor de ser madre es aprender una nueva manera de percibir tu cuerpo, de verlo por lo que realmente es y por lo que es capaz de hacer.

Ser madre hace que vuelvas a apreciar los pequeños placeres de la vida y a darte cuenta de que son los más auténticos. No se trata de una manera bonita de convencerse de que podemos conformarnos con poco, para ser felices. No, no es eso. Se trata de disfrutar sin gastar dinero, sin tener que arreglarse, sin alejarse de casa. Disftutar de los placeres que vienen gratis con el paso del tiempo, de los premios inesperados de poner en juego toda tu existencia, tus planes, tus sueños… a cambio de la más gran incógnita de tu vida.

Ser madre te ancla al presente como nada más en el mundo. Tu bebé percibe tu presencia y ausencia con un radar invisible que te deja clara la importancia de vivir el aquí y el ahora. Ese momento que nunca más volverá… De repente, entiendes de verdad que la vida son dos días y que no eres immortal. Ni tú, ni tu hijo.

Ser madre te enseña a agradecer lo que tienes y a desear menos. Puede sonar a lugar común, a frase hecha, pero te aseguro que te sentirás agradecida hacia la vida incluso en los momentos mas duros. Porque te das cuenta de que muchas mujeres sueñan y luchan por tener lo que tienes tú. Porqué otras tantas lo tienen y no saben apreciarlo. Das gracias porqué, por fin, entiendes lo que tus padres han hecho por ti y porqué lo han hecho. Y sobretodo, agradeces tener la posibilidad de no repetir sus errores…

Lo mejor de ser madre es que te enamoras de otro hombre, el padre de tu hijo.

Decidí ser doula cuando conocí a una mujer muy especial. Todavía no era madre, ni tampoco sabía si quería serlo. Pero de todo lo que escuché decirle a esa mujer hay una frase que se quedó esculpida en mi corazón:

el primer hijo hace la pareja, el segundo hace la familia

Una verdad como una montaña. Porqué el nacimiento de un primer hijo es una prueba de fuego para la madre, para el padre y para la pareja. Si tienes la suerte y el valor de superar el primer impacto, lo que nace es un vínculo nuevo porqué tu y él sois dos personas nuevas. Sois auténticos, sois quienes realmente sois. Sin velos, sin filtros, y unidos por algo tan especial, único y desafiante como solo el amor incondicional puede ser.

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